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Jorge

Relato corto: LA LEYENDA DEL TUERTO

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Este relato, el último que he escrito hasta la fecha, es especial por un motivo muy curioso: relata parte de los antecedentes de un personaje secundario, aunque muy peculiar, de mi novela «La navaja de Ockham» (inédita por el momento). Tanto Carlos como Pablo, al ayudarme en la corrección de la misma ( ¡gracias muchachos! ) me manifestaron su interés por el personaje del Tuerto y por saber más sobre él, de modo que éste es un relato sobre sus inicios en el mundo del hampa valenciana…

 

LA LEYENDA DEL TUERTO

Dicen que la información es poder. Cientos de idiotas repiten lo mismo cada día sin saber el verdadero peso de esas palabras. Papagayos. ¡Qué sabrán ellos, sentaditos tras sus escritorios, viviendo en urnas de cristal! Chupatintas, negociantes, traficantes de influencias y toda clase de cantamañanas.

Escucha, Maurice, porque pocas cosas son más ciertas que eso. Por supuesto que la información es poder. Aunque depende de la clase de información, naturalmente. Y, por supuesto, se trata de otra clase de poder, completamente diferente al que esos petimetres imaginan.Leer más »Relato corto: LA LEYENDA DEL TUERTO

Relato corto: LA SANGRE DE LOS PODEROSOS

LA SANGRE DE LOS PODEROSOS

En sus treinta y un años de vida hasta la fecha, Pedro Candela no era capaz de recordar otro momento en que sus manos hubiesen temblado y sudado a la vez tanto y tan incontroladamente. Por una parte no tenía ningún sentido: al fin y al cabo, no era su primera apendicitis. Desde otro punto de vista la cosa cambiaba: la apendicitis era la de Don Paco. Nada más y nada menos.

Con paso diríase que vacilante atravesó los cuatro corredores con tres escaleras que separaban el área quirúrgica del despacho de su jefe, donde acababan de darle las órdenes. El laberíntico trayecto le era de sobras conocido por la fuerza de la costumbre. Sin embargo, aunque brillaba fulgurante a la indiscreta luz solar del mediodía que atravesaba los amplios ventanales, se le antojaba harto fúnebre, oscuro y delirante, psicodélico incluso, bajo el prisma del agobiante compromiso en que lo habían sumergido. En la enrevesada jerga médica aquella jugada tenía un nombre: le habían endosado un buen marrón.Leer más »Relato corto: LA SANGRE DE LOS PODEROSOS

Relato corto: EL NOVATO

EL NOVATO

¡Corre, corre, corre! ¡Hop, hop, hop! Esquiva a ése, derriba a la anciana, salta sobre el cochecito de bebé sin que se te suelten los tirantes… ¡Mierda, los tengo ahí!

¡Agáchate, no te vayan a dar! Tienen puntería estos cabrones. Las pistolas no paran de atronar. Gira por aquí. ¡No, por aquí no! ¡Corre, métete en el edificio, te están alcanzando!

DetectiveLa he liado bien. ¡Quién me manda meterme a detective privado! ¡Joder, joder! ¡Pero bien liada! ¡Hop, salta la mesita! ¡Ahora por debajo de la bandeja del camarero! ¡Al ascensor!

Pues no, ¡mierda, no llego! ¡Se cierra! ¡A la escalera!Leer más »Relato corto: EL NOVATO

Relato corto: EL SUEÑO DE LAURA

Laura es una buena amiga que nos dejó hace ya más de quince años. Lo más escalofriante de este relato es que realmente lo soñé, más de diez años después de su muerte, con unas imágenes tan reales que aún me estremezco al recordarlo. Tan pronto me desperté me senté al ordenador para no perderlo, y tal como lo había soñado lo plasmé. Y así ha quedado hasta hoy.

Y por supuesto, está especialmente dedicado a ella.

 

EL SUEÑO DE LAURA

Iba conduciendo un coche. No recuerdo qué coche era o tal vez no me había fijado mucho en él. Pero tenía un cierto aire clásico, como esos coches de las películas de gángsters, con el interior de madera y cuero marrón.

Conducía por una calle que no recuerdo haber visto nunca, con casitas unifamiliares a ambos lados. Giré hacia la izquierda y llegué a un parque del tamaño de una manzana de casas. Todo el espacio estaba cubierto de verde hierba centelleante, y sobre él había salpicados tres o cuatro árboles.Leer más »Relato corto: EL SUEÑO DE LAURA

Relato corto: EL ÚLTIMO BASTIÓN

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EL ÚLTIMO BASTIÓN

Soy un privilegiado, soy plenamente consciente de ello. Es evidente que la Naturaleza me dotó de una constitución envidiable, y prueba de ello son los noventa y siete años que llevo cumplidos, sin achaques físicos de importancia. No es mérito mío, en realidad. Nunca fui especialmente diligente cuidando mi cuerpo. Me dediqué toda mi vida a cultivar todos los placeres que me atrajeron, sin mediar reparo en sus consecuencias. Y ni los excesos de mi juventud ni la falta de cuidado en la madurez parecen haber hecho mella en mi carne, o al menos no en demasía. Nunca viví como hipocondríaco ni me preocupó prevenir dolencias futuras o futuribles. He vivido cada día como si fuese el último, pero en el sentido del disfrute, no con el ansia de lo que se acaba. Y conforme pasaban los años más todavía, a la vista de lo que iba ocurriendo a mi alrededor. No me arrepiento de nada.Leer más »Relato corto: EL ÚLTIMO BASTIÓN

Relato corto: UN MUNDO DE RABIA

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UN MUNDO DE RABIA

El gigantesco bárbaro entró atropellada y velozmente en su cabaña, dando tumbos y golpeándose el hombro con una de las jambas de la puerta. Recuperando el equilibrio, la cerró de un puntapié y con pasos lentos e irregulares, jadeando, se dirigió hasta el pilar de madera más próximo en el fondo de la cabaña, donde apoyó la frente y el hombro derechos, en un gesto de agotamiento infinito.

Vestía únicamente un taparrabos de piel de zorro y una pelliza hecha con velludas pieles de cabra, entre las cuales sobresalían sus abultados músculos. Calzaba unas sencillas sandalias de cuero atadas en torno al tobillo. Estaba totalmente cubierto de polvo y sudor, y un reguero de sangre se derramaba por su espalda desde el punto donde sobresalía el astil de una flecha que atravesaba su hombro izquierdo. Y en el oscuro interior de la cabaña un niño lo miraba con unos ojos abiertos como platos.Leer más »Relato corto: UN MUNDO DE RABIA

Relato corto: UNA TAZA DE DESESPERACIÓN

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UNA TAZA DE DESESPERACIÓN

– Vacía, ¿lo ve usted? ¡Está vacía!

– Tranquilícese, muchacho. Es evidente que está vacía. Necesitamos que se tranquilice y nos explique las cosas con calma. Tenga, eche un trago – le aleccionó el Inspector, acercándole la petaca de brandy.

El chico recobró algo de color. Era delgado y moreno, con el cabello muy negro y muy despeinado. Bajo el moreno traslucía una intensa palidez que se iba recobrando poco a poco.Leer más »Relato corto: UNA TAZA DE DESESPERACIÓN

Relato corto: EL SUEÑO

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EL SUEÑO

Hace quince días que estoy muerto. Por supuesto, nadie lo sabe, porque sigo comiendo, bebiendo, respirando y muchas más cosas que no suele hacer un muerto. Continúo yendo a trabajar, visito a mis amigos y a mi familia, organizo fiestas y nadie sospecha nada. Pero la realidad es que estoy muerto. Del todo.

¿Cómo es posible eso? Muy sencillo: mi propio cuerpo todavía no lo sabe. Y no es que me haya convertido en un zombi ni un vampiro ni ningún otro engendro mitológico. Nada más lejos de la realidad. Lo que ocurre es que tengo la absoluta convicción de que es así, y aunque mi cuerpo no lo acepte (pues sigue realizando sus funciones vitales con la misma disciplina de que siempre ha sido capaz), tengo la certeza absoluta de mi muerte. Desde hace quince días. Desde que tuve el Sueño.Leer más »Relato corto: EL SUEÑO

Relato corto: COLMILLOS DE FUEGO

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COLMILLOS DE FUEGO

La puerta del bar se abrió. Una cascada de luz dorada se vertió sobre el oscuro empedrado de la callejuela mientras una oleada de risas, gritos y murmullos de borracho despedían al muchacho que, como una sombra, salió al exterior.

Hacía frío. El joven, totalmente vestido de negro, se arrebujó en su abrigo, cerró la puerta con un golpe seco, y, embutiendo las manos en los bolsillos, se alejó caminando por la oscura callejuela, al tiempo que comenzaba a interpretar una peculiar versión silbada de la canción Moon over Bourbon Street, de Sting. El muchacho sonrió para sí con una mueca cínica. «Vampiros», se dijo. «Interesante tema para una canción con una melodía tan romántica». Consultó su reloj. Las dos y media. Hora de volver a casa.Leer más »Relato corto: COLMILLOS DE FUEGO